A pesar de mostrarse a favor de la igualdad de género, y de haber adherido con pompas al Paro Internacional de Mujeres el pasado 8 de marzo, las autoridades de la Universidad Nacional de La Rioja (UNLaR) tomaron una decisión que coloca a la Casa de Altos Estudios contramano del discurso que pregona. Es que echaron personal de ordenanza del Hospital Escuela y de Clínicas, entre las que se cuentan siete mujeres, que fueron reemplazadas por hombres. El argumento es que la política de la empresa no admite trabajadoras mujeres.
Se trata de María Inés Molina, Fátima Guzmán, embarazada de 4 meses, Andrea Ibañez, Paola Alives, Araceli Quevedo, Carolina Quevedo, Ana Agüero, Maximiliano Guzmán, Yael Contreras, Carlos Flores y Misael Bazán son los once trabajadores que prestaban servicios de ordenanzas en el Hospital Escuela.
Ante la falta de respuestas e incumplimientos por parte de las autoridades hospitalarias, decidieron hacer público, y en declaraciones a medios locales de la provincia de La Rioja, manifestaron que fueron separados de sus puestos sin previo aviso y sin el pago correspondiente a tres meses de servicio.
El comienzo del conflicto se remonta a cuando la empresa en la que trabajaban, y que prestaba servicios de limpieza, rescindió el contrato con la institución hospitalaria y los trabajadores fueron absorbidos vía contrato por la Universidad, con la promesa de que continuarían trabajando en la nueva empresa que ganase la siguiente licitación.
Así, el concurso público la ganó una empresa riojana, que se encontraba en 5to lugar y que se denomina Family Servicios. El titular de esa firma ha comunicado a los trabajadores despedidos que la política de la empresa era no contratar mujeres, y por eso puso en funciones, en su lugar, a cinco hombres.
Algunos de los once despedidos, cuyas edades oscilan entre los 22 y los 40 años, llevan dos años al servicio del área de limpieza del Hospital, a todos les adeudan los meses de enero, febrero y la liquidación final.
Sin respuestas, sin trabajo, y ante las promesas incumplidas, los trabajadores buscan apoyo en la comunidad, y acercaron una carta dirigida al rector de la Universidad Nacional de La Rioja, Fabián Calderón en la que los trabajadores manifiestan que: “Nosotros, nuestras familias hemos quedado desamparados por esta situación y hasta el momento, la Universidad, institución para quien trabajamos no ha tomado ninguna medida concreta”.
Las autoridades de la Universidad no han dado hasta el momento ninguna respuesta.
Desde FEDUN nos solidarizamos con los trabajadores y repudiamos los manejos y maltratos de que son objeto, y denunciamos las maniobras de las autoridades de la universidad que avalan los abusos y la discriminación de la nueva empresa contratista.